El Mercado Central de Valencia
El Mercado Central de Valencia es el mercado de productos frescos más grande de Europa. Un edificio que se ha ido adaptando al paso del tiempo, tanto en su oferta como en sus servicios. Un lugar de ensueño en el que tus sentidos se desarrollarán al máximo.
El Mercado Central de Valencia es una de las joyas del modernismo de la ciudad del Turia. Ubicado en la plaza del Mercat, que desde la edad media ha tenido una gran vocación comercial, se alza el impetuoso edificio que data de 1828.
Junto a la Lonja de la Seda y la Iglesia de los Santos Juanes, este espectacular bazar no tiene nada que envidiar. Cuenta con 1.200 puestos es los que se vende todo tipo de alimentos como pescado, mariscos, frutas, especias, carnes y embutidos, tanto para consumo doméstico como para importantes restaurantes de Valencia. Este mercado ha conseguido coronarse como el mercado de productos frescos más grande de Europa. La belleza de su arquitectura, su tradición y su historia te acompañarán durante la compra en el Mercado Central.
El edificio combina el metal, las cúpulas, el vidrio, las columnas, como si de una catedral del comercio se tratase. En el centro del mercado podemos apreciar una gran cúpula coronada por una veleta. La planta del edificio se adapta a la forma de la parcela que ocupa, de mas de 8000 metros cuadrados, resolviéndose sus cubiertas por medio de innovadoras cúpulas y diferentes techumbres inclinadas. Este edificio está construido a partir de una estructura metálica que alberga 959 puestos. Elevándose la parte central del mercado 30 metros sobre el nivel del suelo y la nave mayor a 18 metros de altura. Las diferentes formas de efecto plástico y óptico y la abundante decoración de cerámica, hierro y cristal, hacen de este edificio un monumento brillante.
Al principio, este mercado tenía un carácter de feria, celebrándose los jueves de cada semana, y se ubicaba junto a la muralla. Pronto se hizo diario y central, gracias también al ensanche de 1356. Hasta el siglo XX fue siempre un conjunto de tenderetes que debían ser colocados y desmontados diariamente. Este espacio se convirtió en una inspiración para la literatura y la pintura. En 1910, coincidiendo con la Exposición Nacional de Valencia, el Ayuntamiento convocó un concurso para el proyecto de un mercado de hierro, que fue ganado por los dos arquitectos catalanes, Francisco Guardia Vial y Alejandro Soler y March. Sin embargo este edificio fue terminado bajo la dirección de Enrique Viedma e inaugurado por Alfonso XIII.
Este mercado se ha convertido en “La Catedral de los Sentidos” de la ciudad de Valencia. Un templo sagrado para los productos frescos básicos de nuestra alimentación. La luz mágica que entra desde su cúpula y vidrieras, el susurro permanente, la explosión de colores y aromas, el gusto de los sabores clásicos y los mas novedosos, hacen de este sitio un auténtico parque temático de la gastronomía.
Es también un elemento fundamental vertebrador de la ciudad y sus barrios. La actividad comercial que se desarrolla posibilita la cohesión y el intercambio social, a nivel intercultural e intergeneracional. Y es que en los mercados no solo se compra y se venda, se degusta, se habla de todo y se vive nuestra historia e identidad.
Además, este centro en su lucha por reinventarse y aprovechar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, ha desarrollado la venta online, con lo que consigue hacer repartos por toda Europa. Toda esta oferta se complementa con muchas otras experiencias, como la cultura, música, arte, literatura y cocina.
Un lugar que te enamorará, tanto por los ojos como por el estómago.
Junto a la Lonja de la Seda y la Iglesia de los Santos Juanes, este espectacular bazar no tiene nada que envidiar. Cuenta con 1.200 puestos es los que se vende todo tipo de alimentos como pescado, mariscos, frutas, especias, carnes y embutidos, tanto para consumo doméstico como para importantes restaurantes de Valencia. Este mercado ha conseguido coronarse como el mercado de productos frescos más grande de Europa. La belleza de su arquitectura, su tradición y su historia te acompañarán durante la compra en el Mercado Central.
El edificio combina el metal, las cúpulas, el vidrio, las columnas, como si de una catedral del comercio se tratase. En el centro del mercado podemos apreciar una gran cúpula coronada por una veleta. La planta del edificio se adapta a la forma de la parcela que ocupa, de mas de 8000 metros cuadrados, resolviéndose sus cubiertas por medio de innovadoras cúpulas y diferentes techumbres inclinadas. Este edificio está construido a partir de una estructura metálica que alberga 959 puestos. Elevándose la parte central del mercado 30 metros sobre el nivel del suelo y la nave mayor a 18 metros de altura. Las diferentes formas de efecto plástico y óptico y la abundante decoración de cerámica, hierro y cristal, hacen de este edificio un monumento brillante.
Al principio, este mercado tenía un carácter de feria, celebrándose los jueves de cada semana, y se ubicaba junto a la muralla. Pronto se hizo diario y central, gracias también al ensanche de 1356. Hasta el siglo XX fue siempre un conjunto de tenderetes que debían ser colocados y desmontados diariamente. Este espacio se convirtió en una inspiración para la literatura y la pintura. En 1910, coincidiendo con la Exposición Nacional de Valencia, el Ayuntamiento convocó un concurso para el proyecto de un mercado de hierro, que fue ganado por los dos arquitectos catalanes, Francisco Guardia Vial y Alejandro Soler y March. Sin embargo este edificio fue terminado bajo la dirección de Enrique Viedma e inaugurado por Alfonso XIII.
Este mercado se ha convertido en “La Catedral de los Sentidos” de la ciudad de Valencia. Un templo sagrado para los productos frescos básicos de nuestra alimentación. La luz mágica que entra desde su cúpula y vidrieras, el susurro permanente, la explosión de colores y aromas, el gusto de los sabores clásicos y los mas novedosos, hacen de este sitio un auténtico parque temático de la gastronomía.
Es también un elemento fundamental vertebrador de la ciudad y sus barrios. La actividad comercial que se desarrolla posibilita la cohesión y el intercambio social, a nivel intercultural e intergeneracional. Y es que en los mercados no solo se compra y se venda, se degusta, se habla de todo y se vive nuestra historia e identidad.
Además, este centro en su lucha por reinventarse y aprovechar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, ha desarrollado la venta online, con lo que consigue hacer repartos por toda Europa. Toda esta oferta se complementa con muchas otras experiencias, como la cultura, música, arte, literatura y cocina.
Un lugar que te enamorará, tanto por los ojos como por el estómago.